Vivimos en un mundo que se encuentra en constante proceso de transformación. Los avances tecnológicos van cambiando radicalmente la vida de la manera en que la conocemos, generando nuevos procesos y nuevas herramientas que impactan directamente en las posibilidades y estrategias industriales de las empresas a nivel mundial.
Teniendo en cuenta lo mencionado con anterioridad, podemos hablar de la importancia que han tenido y siguen teniendo las revoluciones industriales. Podemos decir, en realidad, que nos encontramos hoy en la tercera era industrial, para lo que se considera como industria 4.0. Es así que surgen herramientas industriales innovadoras que posibilitan y habilitan nuevos procesos de fabricación, optimizando la producción tanto en términos económicos como en términos de tiempo.
¿Qué es una revolución industrial?
Cuando se habla de una revolución industrial, se suele hacer referencia a aquella parte de la historia que se estudia en todas las escuelas. Es decir, el cambio de materiales en Inglaterra y la clásica imagen de Charles Chaplin paseando pelas engranajes de máquinas industriales. Una imagen clásica que se puede tener de esta parte de la historia. No obstante, no se puede pensar a la revolución industrial como si se tratase de un acontecimiento aislado que surgió de un día para otro. Se debe entender a la revolución industrial como un proceso continuo e histórico, que ha buscado generar estandarización en los sistemas de producción, optimizándolos y aumentando las posibilidades de las empresas.
Las herramientas industriales de las revoluciones
Cuando se dio la primera revolución industrial, las herramientas que se comenzaron a usar eran de uso completamente manual. Fue entonces que surgió el concepto extendido a la actualidad de lo que se conoce manufactura. No obstante, este periodo histórico también sufrió ciertos obstáculos y problemas. El primero y más importante tuvo que ver con la producción en masa de ciertos productos.
Otro problema de esta época tuvo que ver con lo que respecta a la velocidad de los procesos de producción. Esta se limitaba, como es de esperarse, a las posibilidades del cuerpo humano, a sus cansancios, a sus dolores, a sus límites. Además, si bien se había inventado la palanca, el motor de la mayor parte de las herramientas industriales de esa época era el propio ser humano o ciertos animales que se utilizaban para ayudar a dar fuerza.
La primera revolución industrial tuvo lugar en 1769. Fue iniciada por factores tales como la exploración del carbón y la máquina de vapor. Así, se introdujeron nuevos procesos de fabricación. Ciertos procesos mecánicos reemplazaron algunos procesos manuales y empezaron a aparecer las primeras grandes fábricas, en lugar de los pequeños talleres que existían hasta entonces. Fábricas equipadas con máquinas motorizadas.
La segunda y tercera revolución industrial
Ya hacia fines del siglo XIX se daba la segunda revolución industrial. Esta, comenzada especialmente por la era del petróleo y de la electricidad. El petróleo se convirtió en un combustible mucho más eficiente que el vapor y, en el segundo caso, se logró una mejor iluminación. De esa manera, se alcanzó la modernización de la industria y la producción a gran escala.
Ya hacia 1970, con los componentes electrónicos y robóticos se marcó lo que se considera la tercera era de la industria. Esta, marcada por el surgimiento de las primeras computadoras.
La cuarta revolución industrial
Hoy, podemos hablar ya de una cuarta revolución industrial. Es la fase en la que nos encontramos en la actualidad. Una era de transición en la industria marcada por componentes digitales, inteligencia artificial, Big Data, Internet de las Cosas, entre otros aspectos completamente nuevos y revolucionarios que, se espera, generarán cambios sustanciales en los modos de producir a futuro.
