Su historia comienza cuando los romanos lo utilizaban como agente astringente en forma de sulfato de aluminio y potasio desde el año 500 a.c., denominándose como alumen, mientras que con el pasar de los años alrededor de 1200 d.c se comenzaron a realizar procesos de purificación de las sales minerales que contenían aluminio para obtener alumbre cristalizado.
El aluminio es un elemento químico metálico presente en grandes cantidades por toda la corteza terrestre, este al ser un metal muy activo no puede existir en su forma libre de manera natural, pudiéndose encontrar en la naturaleza combinado con gran cantidad de minerales, como el sodio, magnesio, calcio y potasio, siendo la bauxita el compuesto mayormente utilizado en la actualidad para la extracción del aluminio.
Su historia comienza cuando los romanos lo utilizaban como agente astringente en forma de sulfato de aluminio y potasio desde el año 500 a.c., denominándolo como alumen, mientras que con el pasar de los años alrededor de 1200 d.c se comenzaron a realizar procesos de purificación de las sales minerales que contenían aluminio para obtener alumbre cristalizado. Lo cierto es que durante mucho tiempo el aluminio nunca pudo ser separado de sus distintas formas de aleación por ningún método.
En comparación con metales como el hierro y el acero que desde hace mucho tiempo fueron utilizados en distintos aspecto de la vida humana, el aluminio es un metal relativamente joven, su proceso de confección como lo conocemos hoy comienza a principios de siglo XIX, cuando el químico Hans Oersted de origen danés a través de un proceso químico que utilizaba una amalgama de potasio y cloruro logró transformarlo en una especie de polvo pero aun con un alto contenido de impurezas en forma de mercurio.
Posteriormente tomando como base el trabajo de Oersted, el alemán Friedrich Wöhler quien también era químico, durante los años mejoró el proceso al transformar ese polvo en partículas más grandes, pudiendo de ese modo realizar estudios más extensivos sobre el aluminio, llegando a determinar muchas características físicas entre la que destaca su densidad, exponiendo su alta ligereza cotejándolo con otros metales.
La historia no acabaría allí, ya que para el año 1854 Sainte-Claire Deville a través del perfeccionamiento del proceso de electrolisis que utilizó Busen para preparar aluminio, logró fabricar por primera vez aluminio a través de la sustitución del potasio por sodio, presentándolo en forma de lingotes en la ciudad de París en el año 1855. Deville obtuvo en aquel entonces una muestra de aluminio con una pureza de entre 96% y 97%, destacando el gran apoyo financiero que recibió por parte de Napoleón III, que le permitió para la época contar con una planta experimental a gran escala. El proceso hasta ese momento era tan laborioso de ejecutarlo que el metal se consideraba como una rareza, un metal precioso de gran valor.
Para finales del siglo XIX y casi de manera simultánea En Estados Unidos y en Francia, Charles Martin Hall y Paul Héroult respectivamente lograron obtener aluminio fundido en bruto por medio de la disolución de la alúmina u óxido de aluminio en criolita fundida, la cual podía luego ser descompuesta electrolíticamente, dando paso al proceso de obtención de aluminio como se le conoce hoy en día.
Luego de esto, la producción mundial de aluminio creció exponencialmente, siendo un elemento metálico indispensable en muchas de las industrias de la época y actuales, solo superado por el acero. Ya para el año 1970 las toneladas producidas superaban los 10 millones en comparación con las 39 toneladas producidas en 1888. Su empleo se extendió en la fabricación de contenedores, recipientes para bebidas, automóviles, ventanas, puertas y diversos utensilios domésticos.