Cuando se habla del uso del aluminio en el campo doméstico, en los hogares y edificios, se puede hacer referencia también a la terminología carpintería de aluminio. Esta, ha ido ganando un gran éxito con el paso del tiempo, lo cual se puede ver explicado por sus múltiples propiedades y posibilidades que el material ofrece para trabajos profesionales.
Como sabemos, el aluminio se destaca especialmente por ser un material versátil y resistente, como también ligero. Permite distintos tipos de diseños, de formatos y de acabados, a fin de poder adecuarse a la perfección a las preferencias y a las necesidades de cada espacio, de cada hogar.
Por sus propiedades
Las propiedades del aluminio son cada vez más conocidas y numerosas. Por una parte, es un material que resiste al óxido y a la corrosión. Pero, además, es un excelente aislante, tanto térmico como acústico. En el caso de las ventanas, esto resulta fundamental. No solamente permite mantener el calor en el hogar por más tiempo durante los meses de invierno, sino que también permite aislarlo con mayor eficacia que otros materiales durante los meses de verano. A su vez, en lo que respecta al aislamiento acústico, esto es ideal para las viviendas y los edificios, debido a que favorece una vida más tranquila dentro del hogar, más aislado de los sonidos comunes del exterior.
La resistencia del material a la corrosión hace que se habilite un ahorro económico, debido a que se construyen ventanas que son capaces de durar durante muchos años. A su vez, el aluminio es un material que se destaca por necesitar de muy poco mantenimiento, por lo que es menor el tiempo que se invierte en su limpieza.
Por la eficiencia energética
Con anterioridad, mencionamos algo vinculado a la eficiencia energética que implica el aluminio en las viviendas. Pero ahora nos interesa profundizar un poco más en este aspecto.
La vinculación entre el aluminio y el ahorro es algo que, hoy en día, resulta incuestionable. En primera instancia, porque el aluminio es un recurso que abunda en la naturaleza. En consecuencia de ellos, sus precios tienden a mantenerse en niveles moderados. Pero, especialmente, se puede decir que el aluminio es sinónimo de ahorro por sus propiedades aislantes en las viviendas. Este es el punto que acaba convirtiendo a las ventanas, a las puertas y a todos los cerramientos de aluminio en estructuras que son ideales para poder mejorar la calificación de la eficiencia energética en la casa y reducir los números de la boleta a pagar mes a mes.
Cuando hablamos de eficiencia energética, estamos haciendo referencia a la capacidad de reducir el consumo de energía, sin que eso implique una renuncia en las comodidades o en la satisfacción de necesidades en el hogar. Se trata de poder evitar un despilfarro de energía pero mantener las mismas buenas condiciones.
En el caso del aluminio, este ahorro de energía se puede ver de muchas maneras. Al ser tan buen aislante, en los meses de invierno en los que se mantienen prendidas las calefacciones de las viviendas, el aluminio evita que el calor se vaya de los espacios. A diferencia de otros materiales, este reduce considerablemente las filtraciones que se pueden llegar a dar. Lo que eso genera es que se puedan tener prendidas esas calefacciones durante menos tiempo, sin que el calor se pierda. Lo contrario sucede en los meses de verano. Lo que se mantiene en estos es el frío del hogar. En este sentido, el aislamiento del aluminio es doble. No solamente aísla para que el frío no se vaya, sino que, también, aísla para que el calor del exterior no entre.